Mundo*


A Rosalía Paxtián Antemate
Da minha aldeia vejo quanto
da terra se pode ver do Universo…

Alberto Caeiro, O guardador de rebanhos


Hoy me regañó la maestra. Dijo que no estaba poniendo atención pero no es cierto. Sé que es malo rezongarle a la maestra porque ella es la maestra pero sí estaba poniendo atención. Sé que también es malo mentársela a la maestra, pero que chingue a su madre la maestra porque yo estaba poniendo más atención que todos los chamacos de mi clase. Siempre estoy atento. No es mi falta de atención lo que encabrona a la maestra. Le encabrona que no estoy atento a lo que ella dice, pero lo que ella dice son puras mentiras y las mentiras son peor que mentársela a la maestra por regañarme por no ponerle atención a ella y sí estar atento a lo que a mí me interesa. A mí me interesa la verdad, por eso me encabronan las mentiras que dice la maestra y me encabronan más los chamacos de mi clase porque no se dan cuenta y están como pendejos anotando todo lo que dice la maestra. Luego de que lo anotan lo leen mal en voz alta una y otra vez hasta que se lo aprenden de memoria para que el director los vea que sí hacen la tarea y saben leer mal y repetir las mentiras de la maestra. Pero no creo que sea culpa de la maestra todas las mentiras que nos dice en clase. Todas las mentiras que nos dice las saca del libro de texto y las repite como los chamacos de mi clase las repiten. Eso me pone triste. Pienso que en otras rancherías debe de haber otra maestra repitiendo las mismas mentiras a otros chamacos y esos otros chamacos deben de estar anotando y leyendo y memorizando las mismas mentiras. Es más feo cuando pienso que debe de haber chamacos como yo que los regañan por estar más atentos a lo que de verdad les interesa y no hacer caso a las mentiras de las maestras. Me pone triste porque lo pienso y cuando lo pienso lo siento y es feo sentir lo que pienso. Pero es más feo decir lo que siento y pienso porque cuando digo lo que siento y pienso es cuando más me regañan los demás. El otro día le dije a la maestra que no era cierto que los Santos Reyes vienen de Oriente a dejarme regalos el día de Reyes, porque los Santos Reyes son los papás y como yo no tengo papás no tengo regalos, pero me dijo que eso no era verdad, que era un mentiroso y que me iba a acusar con mi abuela. Pero mi abuela nunca me regaña porque ella no cree en las mentiras de la maestra. Mi abuela dice la verdad. El otro día estábamos sentados en la noche arrimados al fogón. Cuando calentaba los frijoles pasó una estrella grandota como luciérnaga en el cielo. Le pregunté, Abuela, qué es eso. Me dijo, Eso es un ánima grande de un niño que acaba de nacer. Y nos metimos a comer los frijoles. Yo sé que mi abuela no dice mentiras y que cuando pasan estrellas grandotas como luciérnagas en el cielo son ánimas grandes como la mía de niños que están naciendo. Sé que mi abuela no me dice mentiras porque no es mentirosa. Ella casi no piensa por eso siempre dice lo que siente y yo la siento mucho. Por eso no me gusta que la maestra la esté chingando con sus mentiras y le diga que yo soy un mentiroso que no pone atención en clase y que siempre le doy problemas y que si sigo así me van a expulsar de la escuela porque soy un buey que nomás sirve pa’ jalar la yunta. Yo no soy un buey como los chamacos de mi clase que se hacen bueyes solitos y se están ahí nomás copiando las mentiras que les dice la maestra. El otro día don Taviano le dijo a la maestra que quería que Tavianito se pusiera a trabajar más en la escuela para que se fuera a declamar al concurso de oratoria, porque decía que Tavianito era hijo suyo y que la oratoria como la política la llevaba en la sangre. Yo no sé cómo le hace don Taviano para ver la oratoria y la política en la sangre porque la otra vez que le rompí la cabeza al Tavianito yo namás vi sangre roja como la del cochino que le chorreaba y el Tavianito nomás lloraba y lloraba y me decía que me iba a acusar con su papá don Taviano. Pero a mí no me da miedo que me acusen con su papá don Taviano ni con nadie porque yo no tengo miedo de don Taviano ni de nadie porque tienen miedo los miedosos y yo no soy miedoso porque no tengo miedo. Cuando era chiquito una vez sí sentí miedo. Estaba yo sentado en la noche arrimado al Canelo porque teníamos frío y no queríamos tener frío y por eso nos arrimamos cuando de golpe soltó un aullido que me puso el pellejo finito finito como de gallina. Yo sentí miedo porque me acordé de mi mamá cuando se me murió en la cama y el papá del Canelo también había soltado un aullido así como el Canelo. Yo sé que los perros sí llevan en la sangre los ojos para ver a la muerte y por eso esa noche tuve miedo porque sentí que yo también me iba a morir y ya no iba a estar con mi abuela, y ya no iba a conocer el mar ni crecer, ni treparme a un barco y andar ahí arriba de un lado a otro, como los piratas que tiene el libro de lecturas, ni robarme a una muchacha, ni enterrar un tesoro y luego dárselo a mi abuela pa’ que nos comprara muchas vacas, ni tener un loro, ni vivir en una isla en medio del mar con mi Canelo, ni mi loro, ni mi muchacha y no me iba a morir ahí en el mar, sino aquí en mi ranchito y ya no iba a hacer nada, y ya me iba a apagar así nomás. Sentí miedo pero no me puse a llorar porque no tenía caso llorar. Namás me puse a ver hacia arriba porque yo sé que así como una estrella grandota como luciérnaga pasa en el cielo cuando un ánima acaba de nacer también una estrella más grandota en el cielo se empieza a apagar cuando otra ánima se va a morir. Yo quería ver cuál era mi estrella que se estaba apagando y así irme ya tranquilo con la imagen de mi estrella y morirme y ya, y que me comieran los gusanos y los perros y que ya me echaran en la milpa para que luego me volviera maíz y frijoles y que me comieran los cochinos y los zopilotes y los palos de guayaba y que me lavara la lluvia y que me llevara el río y eso me puso feliz porque si me llevaba el río tarde o temprano iba a llegar al mar y me encontraría un barco y me haría pirata y en eso estaba imaginando todo cuando me di cuenta que no había ninguna estrella grandota que se apagara en el cielo y que no me iba a morir. Y no me morí. Ya no me morí entonces y le dije a mi abuela esa noche, Abuela tengo miedo porque me voy a morir, y mi abuela me dijo, Tú no tengas miedo que nomás los miedosos tienen miedo, tú ya sentiste la muerte y ya no vas a sentir miedo más nunca. Y por eso ya no siento miedo más nunca porque yo ya sentí la muerte y la muerte es mi amiga porque no me quiso matar esa noche cuando el Canelo aulló como cuando aulló el papá del Canelo cuando mi mamá se me murió en la cama. Por eso no tengo miedo de don Taviano ni de nadie más y por eso cuando la maestra me dice que me van a expulsar y que no voy a terminar la primaria y que voy a ser un burro yo namás me quedo callado porque sé que es mentira, que las personas no se pueden volver burras si no se hacen burras ellas solas como los chamacos de mi clase que se creen los muy listos y nomás se están haciendo burros solos y dicen que van a ser ingenieros y doctores y licenciados y por eso van a ser mejores personas que sus papás que están en el campo trabajando para que ellos puedan estudiar y ser mejores personas, pero yo no creo que las mejores personas sean mejores personas por sus estudios. Yo namás veo al Melquíades que según ya es mejor persona porque estudió pa’ ingeniero y se la pasa igual de pendejo que siempre, nomás tomando y pegándole a su mujer como todos los otros que también estudiaron y los que no estudiaron también, nomás que él es ingeniero y tiene pa’ comprar más alcohol y pa’ pegarle más a su mujer y hacer que sus chamacos se crean más que los otros chamacos que sus papás no son ingenieros, o como yo que no tengo papás y por eso creen que estoy más jodido y me ven como un pendejo o un limosnero, pero yo nunca les he pedido nada ni les digo nada, ni me meto con ellos porque no me interesan ellos. Yo namás miro y callo porque hablar con ellos es como no hablar con nadie porque no ven ni oyen ni sienten ni piensan, sólo se creen mucho y que son mejores, pero no son mejores que cuando nacieron. Yo veo por ejemplo a un perro como el Canelo y él es mejor que todos ellos porque el Canelo cuando era chiquito chillaba y no sabía caminar y para todo chillaba pero ahora ya sabe correr y no chilla por todo y si le digo ven, viene, y si le digo vete, se va, y no es que sepa obedecer o que yo sea un mandón, pero el Canelo sabe que si se va es porque quiere irse y porque es lo mejor para los dos, o que si le digo ven es porque quiero verlo y viene porque me quiere y lo quiero, pero el Melquíades si dice que va a juntar las credenciales de todos para que vivamos mejor y tengamos esperanza, eso es mentira porque todos le dan sus credenciales y yo veo que siguen igual de borrachos y pegándole a sus mujeres y sus chamacos igual de creídos y la maestra enseñando las mismas mentiras y don Taviano robando y haciendo menos a los que no tienen dinero y andando de barbero con los que sí tienen y lo veo y no me da tristeza porque eso no es triste, eso es ser pendejo y querer hacer pendejo a los demás. Yo por eso cuando la maestra nos preguntó que qué queríamos ser de grandes yo le dije que quería ser pirata para conocer el mar y andar arriba de un barco y llevarme a una muchacha y tener un loro y subir al Canelo y enterrar un tesoro y vivir en una isla y luego mandarle parte del tesoro a mi abuela para que nos compre vacas y sembrar más maíz y fríjol y cuando nazca mi Raymundito regresarme al rancho y cuidar las vacas y sembrar más maíz y más frijol y tener más perritos y cochinos. Yo quería seguir contando lo que yo quería hacer de grande porque me parecía interesante y me gustaba mucho contar lo que quería hacer de grande pero la maestra me dijo que yo estaba loco y que era una mala persona porque los piratas eran malas personas que robaban a la gente y que yo estaba loco porque los piratas no existían y que eso no era de gente de provecho. Yo le dije que no estaba loco y que ella era una pendeja porque me decía que yo estaba loco. Le dije que yo sabía que si yo quería podía ser pirata o cualquier otra cosa que yo quisiera pero que lo que yo quería era ser pirata porque los piratas eran más libres y andaban en el mar arriba de su barco y no eran malas personas por robarle a la gente porque todos le roban a todos y le dije que los ingenieros y los licenciados y los doctores le robaban más a la gente y que por eso yo no quería ser ingeniero ni licenciado ni doctor y que yo quería ser pirata y que no me importaba si ella pensaba que no era gente de provecho porque yo no quería ser gente de provecho sino pirata y fue cuando me encabroné más y le volví a mentar su madre y me castigó como hace rato que me regañó y me castigó y me mandó a la biblioteca. Pero a mí me gusta estar aquí castigado una hora luego de la clase porque aquí en la biblioteca nadie me molesta y yo miro los libros de piratas y miro por la ventana y soy feliz porque yo sé que soy feliz y si quiero puedo ser feliz y contento de estar feliz y contento, y miro al Canelo allá por el maizal corriendo y me dan ganas de ir luego luego a verlo pero me aguanto un poco. Me pongo a pensar que luego cuando me ponen a hacer planas no las hago porque no me gusta hacer planas y a veces me castigan más, me dicen que venga a cortar el pasto de la cancha los sábados o que cargue las sillas para los actos a la bandera o que limpie la basura y no salga a recreo pero no me importa porque sé que no me gusta hacer las planas. Yo mejor me pongo a inventar historias de piratas y pensar que algún día yo también seré pirata y luego tendré mi ranchito cuando nazca Mundito y a lo mejor chance y luego me vuelva maestro para que los chamacos no sigan escuchando las mismas mentiras de siempre y vean que no por ser ingenieros van a ser menos pendejos y también decirles que si quieren pueden ser lo que quieran, como yo que me fui de pirata y que no por eso me creo más. Pero también puede ser que no haga nada de eso y aunque me ponga tantito triste estaré feliz porque el tesoro más grande de los piratas son sus ojos que pueden ver tesoros, y mi abuela y mi Canelo ya están bien enterrados en mi isla, como mi mamá en la tierra con los gusanos que se la están comiendo.
           
Me voy. Ya llegó la maestra.

*Publicado originalmente en el número 6 de la revista Litoral e http://www.litorale.com.mx/litorale/edicion6/PDF/art%207.pdf#page=1&zoom=46.1,250,100

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